¿Qué de
tiempo no? La verdad es que no me he encontrado motivado últimamente para
dedicarle un rato a mi querido blog. Así que no es que no tenga cosas que
contar, si no que hasta ahora no me ha apetecido sentarme un rato a hablar
conmigo mismo e ir dando forma a frases y párrafos para compartir. Y de
repente, hoy, me han entrado muchas ganas. Eso sí, no tengo muy claro por dónde
empezar, los recuerdos se van amontonando, difuminando, mezclando y a través de
ese curioso y natural mecanismo, se va fraguando el imaginario que en
definitiva quedará en mi memoria.
Mis
recuerdos más inmediatos son de mi paso por Casa Muriel, paso que ha tenido
muchas más luces que sombras, pero del que he sacado en claro que no me
dedicaría al rubro de la hotelería. Si bien es cierto que el trabajo no
requiere de un gran esfuerzo físico, la carga mental que supone no sé si me
gustaría llevarla en la mochila diariamente, básicamente, estás veinticuatro
horas disponible y dispuesto, lo que esclaviza mucho. Ahora bien, la
experiencia ha sido totalmente positiva, en primer lugar por lo agradable que
es pasar unos días en ese oasis en medio de la gran urbe, no sé si os había
hablado de ello, pero Casa Muriel es eso, un oasis, ajeno al ir y venir de las
marabuntas humanas y mecánicas que inundan la ciudad, ajeno a los ruidos del
tráfico rodado, al stress que respira Santiago. Un pasillo verde e interminable
termina desembocando en un hermoso jardín que precede a una bella casa
colonial. Al levantarte por la mañana no se oyen motores, se oye el canto de
los pájaros que habitan en los árboles, en especial en un eucalipto de un porte
inconmensurable para estar en medio de un jardín. Sólo por eso hubiera merecido
la pena. Pero además, ha sido bonito convivir con personas diferentes, conocer
gentes distintas, tener largas conversaciones con algún que otro pasajero,
cocinar para gente y ver que disfrutan. Además, de todo aquello se ha hecho alguna
que otra amistad. Sin ir más lejos, el pasado sábado estuvimos en una fiesta de
cumpleaños de una amiga que hicimos allí, María, andaluza como nosotros. La
conocimos en unas jornadas de trabajo en Casa Muriel de la Cosech, que es una
organización sin ánimo de lucro que trabaja con cuestiones de género y cuyos
integrantes degustaron una de mis paellas, la sangría se quedaron sin probarla, que tenían que trabajar. Otra cosa buena que ha tenido mi paso por Casa Muriel
es que me dejaron auto para moverme, y la verdad que me ha venido bien para ir
soltándome con al volante por las calles
y avenidas santiaguinas. Por último, en el tiempo que he pasado en el Hotel, me
he dado cuenta de que echaba de menos nuestra casa en Chile, lo que me lleva a
la maravillosa conclusión de que hemos creado un hogar aquí.
¿Del
mundial que me decís? Toda Sudamérica está volcada y feliz con el mundial tenga lugar por
estos lares, además de que ha sido todo un récord de los equipos americanos
tanto en representación como en rendimiento, si no que le pregunten a los
costarricenses o ticos como les dicen
por aquí. Lo de España tenía que pasar, fin de ciclo, la cara amarga del
deporte, pero es más amarga, yo creo, por haber probado las mieles de la
victoria, y como no, por nuestra propia ideosincracia. Me alegro por los equipos de este maravilloso y rico continente, me
alegro por que les han dado una lección de humildad a los clásicos (bueno a
algunos). ¿Sois conscientes de que la plantilla entera de la selección de Costa
Rica tiene el mismo valor de mercado que Mario Ballotelli? Muy fuerte. Parece
que hay mucho de marketing y de
especulación en esto del fútbol ¿no? Y está bien que queden esas cosas en
evidencia. Por mi parte, si os digo la verdad, no sé si era por la compañía o por
cuestiones morales, sufrí mucho más con el partido de Chile con Brasil que con
los partidos de España. Y no os podéis imaginar cómo ha estado la gente de
volcada con la selección chilena, el recibimiento que tuvieron los jugadores al
llegar a Santiago fue digno de unos auténticos campeones. ¿Alguna vez habéis
visto eso en España después de que eliminaran a la selección en octavos de
final? Allí es todo lo contrario, derrotismo y crueldad, al que un día
ensalzamos y llevamos a la gloria, al día siguiente lo denigramos y ninguneamos
sin ningún pudor, como si todo lo que hayan conseguido hasta la fecha no
sirviera de nada. ¿Heredado de la cultura romana clásica? No lo sé, pero me
gusta más la forma de proceder de los chilenos. Por cierto que ahora mismo está
jugando Brasil, impresionante el Maracanazo 2.0 que está teniendo lugar, bueno
5.0 más bien. Lo que me jode es que esté siendo Alemania y no Colombia o Chile.
Por
cierto, otra cosa que tengo que contar, ¿sabéis donde estoy viendo el partido?
En mi nueva oficina, la cosa está pintando muy bien por aquí con los proyectos
que estoy moviendo y he creado una empresa que irá de la mano de Silvaqua, pero
a este lado del charco, la hemos bautizado como WELANG, que significa verde en
mapudungun, la lengua Mapuche. Una vez parida la empresa y realizados los
trámites correspondientes, me he alquilado un espacio en un coworking de gran
categoría, por lo que además de salir de casa, tengo compañeros y un ambiente
de trabajo inmejorable.
Ahora que estoy terminando esta entrada, caigo en la cuenta, mañana hacemos medio año en Chile, la verdad es
que además de bien se ha pasado muy rápido. Y en contrapartida parece que
llevemos aquí un siglo, lo que hace que estemos esperando el viaje a Cádiz como
agua de mayo. Extrañamos mucho. Pero a pesar de eso, estamos felices, contentos
con la decisión tomada y con el curso de las cosas por aquí. Medio año de
vivencias, de descubrir, de reír, de llorar, de disfrutar, de socializar; medio
año de asados, de cumpleaños, de eventos, de paseos, de salidas a comer, de visitas,
de reuniones; medio año de nueva casa, de nueva bicicleta, de nuevas comidas,
de nuevos amigos; medio año de dibujar, de escribir, de relatar, de conversar.
Medio año de nuevos horizontes y esperanzas. Medio año más de amor.
Continuará…
PD: echaba
de menos escribir.