¡Hola!
Esta vez he batido el récord de tiempo entre entrada y entrada, y
lejos de justificarme, cosa que no creo necesaria, sí me gustaría
compartir con vosotros los motivos de tan dilatada espera. En primer
lugar, el día que me puse a escribir, recibí una carta de nuestra
querida Agencia Tributaria, que si bien no viene al caso discernir,
sí que me puso de mala leche para varios días, de hecho si hubiera
sido posible, me hubiera borrado de España, donde los cuatreros que
se lo llevan a manos llenas reciben amnistías fiscales, y los
pobrecitos que intentamos salir adelante pagamos los platos rotos,
pero bueno, que os voy a contar que vosotros no sepáis, al menos,
desde que estamos aquí, no oigo la palabra crisis cada quince
minutos, ni va perdiendo su trabajo la gente allegada, a pesar de que
tengan otros problemas como la brecha salarial.
Luego,
pasado el mosqueo y asumido el cobazo casi incuestionable del ente
fiscal, se jodió el ordenador, otro gasto, porque está claro que
aquí no podemos andar sin semejante herramienta que, entre otras
cosas, nos permite estar en contacto con nuestra gente. Así que a
pesar de haber adquirido uno nuevo al día siguiente, mi humor volvía
a estar ausente, y con él, las ganas de escribir o comunicarme por
cualquier medio. Y ya pasados ambos trances, hoy parecía que iba a
ser un buen día, pero voy y me levanto medio malo, con un poco de
fiebre y bastante congestionado, así que otro día más iba a
capitular sin dejar constancia de nuestras andanzas. Pero entre lo
cansado que estoy de leer y de jugar a la xbox,
y que tras ingerir un San Ibuprofeno me he venido arriba, parece que
me han entrado ganas de relatar.
A
todo lo anterior hay que sumarle, obviamente, que nuestra vida aquí
está pasando a ser nuestra realidad, nuestra cotidianidad, y con
ello, pasan menos cosas destacables y dignas de mención. Pero
rascando un poco, siempre hay algo que contar o de lo que hablar, y
si no, a expresar sentimientos y así los comparto.
Lo
primero que quiero comentar es el grave suceso de antes de anoche,
cuando la Pacha Mama decidió sacudir a nuestros vecinos del norte
con un terremoto, y nada de temblor, Señor Terremoto, de 8,3 grados
en la escala Richter, y con su correspondiente alerta de tsunami. Por
suerte cabe destacar varias cosas: el tsunami quedó en simple
marejada causando tan sólo daños en algunos puertos, poca gente
fallecida a causa del sismo, tan sólo seis y de los cuales, si no me
equivoco, cuatro eran personas mayores que murieron por un infarto
del susto. Y por último, y en lo que respecta a nosotros os lo resumo
fácilmente, ha sido como si viviendo en Cádiz hubiera habido un
terremoto en París, ya que el sismo fue en Cuya, que está de
Santiago como a unos 1.600 Km en línea recta, así que no nos
enteramos hasta la mañana siguiente al ver el aluvión de mensajes
recibidos desde tierras españolas, eso sí, gracias a todas y todos
los que os habéis preocupado por nuestra integridad, os queremos y
no sabéis cuanto os echamos de menos.
Lo
siguiente que quiero transmitir es que ha llegado el otoño, y con
él, la gran marea humana que discurre por Santiago cual marabunta,
eso es peor que el frío, ya que éste solo se deja notar en la
mañana temprano y en la noche, aquí el Sol ruge con fuerza, y
aunque en la mañana hagan siete grados, en cuanto asoma el Lorenzo
suben los termómetros hasta los veinte con una facilidad pasmosa.
Pero lo de la marea es casi insostenible, por ejemplificar, no os
imagináis la tamaña empresa que supone pillar el metro en hora
punta, los roces de los extintos domingos de coros en la plaza se
quedan en pañales, hay que entrar a empujones, y lo mismo para
bajarse, el calor y la hediondez humana llegan a un límite
totalmente insalubre, física y mentalmente hablando, por suerte, los
desplazamientos son rápidos y la estancia en el infierno no pasa de
unos diez o quince minutos. Luego sales a la calle y te sientes libre
como un pájaro.
Otra
desventaja que ha tenido la llegada del otoño es la disminución
de eventos y asados, aunque alguno que otro ha quedado estos días en
el camino, uno de ellos, con motivo de la mudanza del Pini, y con el
fin también de enseñarles a los amigos cordobeses un poco de vida
chilena de puertas para adentro y un elenco de gente buena e
interesante que conocer. Ese concretamente estuvo de gran categoría,
a excepción de que se partió el taburete sobre el que descansaba y
me caí sobre una bicicleta clavándome un pedal en la espalda. Aún
tengo la herida, pero lo más divertido del asunto fue que mientras
Miguel, uno de los cordobeses comentaba con sorna la jugada, sufrió
la misma suerte y dio tremendo culazo en el suelo. Por cierto,
hablando de ellos, Álvaro ya ha tenido la suerte de encontrar
trabajo, ya que al no tener problemas por vivir en un sitio u otro,
le han ofrecido trabajo en la Región Austral y allí que se marcha.
Yo no podría, ¿os imagináis venirnos Bea y yo a la otra punta del
mundo para estar entre nosotros a 3.000 Km de distancia? Así que al
estar mi área de acción mas restringida, estoy demorándome un poco
más, pero bueno, en el tema empresarial van avanzando las cosas
bastante bien y con muy buenas perspectivas.
Por
cierto, antes de que se me olvide quiero comentaros que he añadido
términos al diccionario y que estoy preparando una nueva sección
que verá la luz en breve y de la que ya tendréis noticias. Y más
adelante, cuando tenga un poco más de recorrido, me gustaría hacer
otra sección de consejos útiles para los que se vayan a exiliar a
tierras chilenas.
Por
supuesto tampoco ha faltado su correspondiente almuerzo familiar en
Casa Muriel, con la gente del Camilo, con la que una vez más, quiero
recalcar que me siento como en casa.
Bueno,
y para terminar quiero dejar constancia de lo orgulloso que me siento
de compartir mi vida con una MUJER como Bea, y digo MUJER, en
mayúsculas, por que su persona es mayúscula. Soy todo un afortunado
por poder caminar junto a ella por la senda de la vida. Es una
profesional como la copa de un pino, se ha ganado el respeto de sus
compañeros y como no, de los pacientes, incluso algunos le preguntan
ya si tiene consulta privada. Se levanta como una campeona dispuesta
a atravesar Santiago por el subsuelo para ir a hacer lo que más le
gusta, trabajar salvando y mejorando la vida de los habitantes de
este mundo, y además, de los habitantes más desfavorecidos, lo que
lo convierte en algo más digno de respeto si cabe. Lo hace feliz, con
una vocación ciega, disfrutando y aprendiendo, sustentando nuestro
pequeño núcleo familiar con una entereza que ya la quisieran muchos
y muchas. Además de eso, es mi compañera, mi amiga, mi amante, mi
confidente, mi hombro donde reposar, la que me alegra la cara con sus
payasadas y con ese arte que tiene, la que me comprende, me valora,
me quiere y me hace feliz. Me alegro de estar viviendo con ella esta
experiencia tan fuerte, por que igualmente saldremos fortalecidos de
ella como pareja. Mil besos de esos.
Continuará...
Uffff niño, con razón mi papi me decía... " lagrimitas"...
ResponderEliminarOs quiero.
Cuidaros mucho. Besos