¡Hoy
estreno sección en el blog! Tal y como os insinué en la anterior
entrada, estaba preparando una nueva entrega dedicada al vocabulario
propio del país, ya que me parece muy interesante transmitir y dejar
constancia de la cantidad de términos que enriquecen el castellano
por estos lugares. Y aquí la tenéis, arriba de la página, a la
derecha, podéis acceder a la misma.
¡Viva
la tecnología! Eso sí, bien empleada y en pequeñas dosis. Facilita
mucho las cosas, es maravilloso poder ver y hablar con la familia,
poder dejar constancia de nuestras peripecias y sentimientos en este
blog, y como no, poder ver Onda Cádiz u Onda Teo como yo le digo,
para poder seguir diariamente y en riguroso directo el concurso del
Falla. Por cierto, ¿qué es eso de “la ciudad que funciona”? ¿Aprovechando el carnaval tiran de ironía? No lo sé, pero raya la
falta de respeto hacia los gaditanos, al menos “la ciudad que
sonríe” podía tener cierta parte de verdad, y aún así ya me
parecía deleznable.
Grandes
tardes de Falla en el sofá, y si bien se hace raro ver el concurso
por la tarde, es una alegría que acabe sobre las diez y media de la
noche, ya que nos levantamos bien temprano y se agradece no andar
acostándonos a las tantas. Ya estamos tramando organizar algún tipo
de evento el día de la final para compartir un poco de Cádiz con
nuestros nuevos amigos, a los que además, parece atraerles la idea,
no sé si por el carnaval en si, o porque se apuntan a un bombardeo
(otra cosa más que nos hace sentir como en casa). Por cierto, parece
que los jóvenes emigrantes somos uno de los temas estrella del
concurso, ya he perdido hasta la cuenta de las letras que nos han
dedicado, hemos tenido que contener el llanto con muchas de ellas al
igual que les habrá pasado a mi suegra y mi cuñada que son fieles
seguidoras del concurso.
Quiero hacer mención a varios lugares que hemos descubierto recientemente, como el coqueto barrio de Lastarria, en el que vendedores de artesanía o antigüedades se mezclan en calles peatonales o poco transitadas con restaurantes, cines, teatros, librerías, cafés y músicos callejeros. Una visita muy recomendable. He descubierto también un lugar muy particular llamado “La Piojera” que se encuentra junto al Mercado Central y en el que se reúne la gente a tomar en sus pintorescos patios. Sobre la puerta reza un cartel que dice “La Piojera, Palacio Popular”. Y como no, de la piojera fuimos al Mercado, al que aún no habíamos ido, en el que venden pescados y mariscos y en cuyo centro se reparten mesas de diversos restaurantes confiriendo un grato ambiente al lugar.
Este
recién pasado sábado he tenido la suerte de compartir y participar
de una cuestión muy íntima con Camilo y su Gente. Hará como tres
años que Camilo perdió en un fatal accidente de tráfico a su
querida hermana Muriel, con la que al parecer era uña y carne y a la
que todos querían con locura. Incluso yo he de agradecerle a Muriel,
porque fue a través de ella que Camilo conoció a Fran y a Fer, y
con ellos a Emi, que es la hermana de este último y la mujer del
Pareja, por el cual yo conocí a Camilo en nuestro primer fin de
semana en Santiago, un poco enrevesado, pero así es. Por si alguien no ha atado cabos aún, el hotel
que regenta el padre del Camilo lleva su nombre, incluso el logotipo
de “Casa Muriel” es un dibujo suyo.
Pues, aprovechando que estaban por aquí los amigos que viven en Argentina (Manu y José, que son gente bacán), acudimos
al lugar del accidente a construir un particular memorial a la tan
querida Muriel. Partimos sobre las once de la mañana por la Ruta Cinco armados con palas, carretilla, cemento y maderas para componer
un banco en el lugar, además de diversos objetos, como un frasco que
rellenamos de vaselina y objetos de colores. El sol pegaba de una
manera infernal, pero la voluntad de los allí congregados hizo que
la tarea no se demorase en exceso, y en un rato teníamos cavados los
agujeros para anclar el banco, la carretilla llena de cemento para el
mismo fin, y como no, el banco ya montado. Lo colocamos de espaldas a
la carretera y llenamos dos espinos que había en el lugar de
diversos objetos, flores, grullas de origami, un gato de madera... En
fin, creo que quedó bastante bien, y lo mas importante, se hizo con
amor.
Después
de la tarea, regresamos a Santiago y Juan quiso que acudiéramos a
“Casa Muriel” a hacer un asado, pero como la semana había estado
saturada de asados, lo cambiamos por una paella, que debido a mi
origen y a mi gusto por la cocina me tocó hacer a mi. Fueron dos
paellas finalmente, terminamos de comer como a las nueve de la noche,
y durante todo el rato no faltaron el vino y la sangría. Fue un día
intenso, cargado de emociones y sentimientos, pero el amor que todos
desprendían al referirse a Muriel llenaba el aire. He de
agradecerles que me hicieran partícipe de tan familiar momento, y he
de agradecerles que nos hayan abierto las puertas de sus casas como
si fuéramos de la familia.
Continuará...
MK Forever