martes, 28 de enero de 2014

28 de Enero de 2014

  Buenas. ¿Qué tal ese fin de semana? Por aquí para variar, de lujo. Una vez más, mejor de lo esperado.

  Después de dejaros el sábado, tal y como os vaticinaba, nos bajamos a la piscina a echar la mañana, y después de unos baños y un rato de sol, que por cierto en Chile es bastante peligroso debido a que cae por aquí arriba el agujerito de la capa de ozono, nos subimos a preparar una buena comida mexicana. Fajitas de pollo y como no, repetimos el guacamole de la noche anterior por aquello de darle salida a las paltas que aun nos quedaban en la nevera, o refri como se dice por estas latitudes. Por supuesto nuestro nuevo amigo David no pudo faltar a semejante degustación de manjares. Después de la comida, que por cierto se demoró hasta casi la hora de la merienda, estuvimos jugando a las cartas de juego de tronos. Tras una larga batalla en la que lobos huargos, dragones y conspiradores varios se cruzaban en enrevesados retos, hablamos con nuestros amigos chilenos que conocimos en la cevichada con el fin de saber si podíamos vernos para, entre otras cosas, presentárselos a David.

  Una vez más nos acogieron alegremente y nos invitaron a pasar un rato en una casa de campo que tiene la familia de uno de ellos. Camilo, quien por cierto escribe y para mi gusto lo hace bastante bien. Es un crack. Pues bien, cuando llegamos estaban de post-asado, bebiendo vino y jugando al truco argentino. Como no podía ser de otra manera (frase muy de moda entre la clase política española), los tres quisimos aprender rápidamente. Al principio se nos resistió el jueguecito, ya que es bastante complejo, tanto por la jerarquía que siguen las cartas, como por ser dos juegos en uno, además de que se juega en parejas o equipos de tres (si digo tríos seguro que malpensais) y hay que comunicarse por señas entre compañeros. Finalmente aprendimos el asunto y echamos unas partidillas. Pillamos lo básico, pero si queremos seguir jugando con esta gente debemos perfeccionar nuestra forma de jugar. Por cierto que acá en Chile solo se juega en el sur, pero muchos de los amigos de Camilo residen en Buenos Aires y allí, amigos míos, el truco es deporte e insignia nacional.

  Después de sendas botellas de vino empezaba a refrescar, así que lo dispusimos todo para una estupenda hoguera y nos trasladamos de las mesas a unos simpáticos columpios que organizamos en torno al fuego. Una vez ubicados en tan acogedor emplazamiento, estuvimos desvariando y jugando a la batata, que es un juego simple de entender pero no por ello menos difícil, ya que se trata de definir una palabra secreta (la batata) con palabras que solo contengan la vocal “a”. Por ejemplo para definir edredón, que sería en este caso la batata, podríamos decir: tapa la cama. Muy divertido para ese tipo de momentos. Estábamos tan a gusto que cuando nos dimos cuenta eran mas de las cuatro de la mañana. Y lo mejor fue que David congenió tan bien con esta gente, que allí lo dejamos en tan grata compañía. Después nos enteramos de que una vez más, la fiesta se extendió hasta el alba.

  El domingo descubrimos la otra feria del barrio, en la que además de los habituales puestos de frutas y verduras, montan seis puestecitos en los que venden productos de la mar. ¡Cómo echábamos de menos el pescado! Pero ya sabemos donde surtirnos del mismo. Así pues, compramos una reineta a muy buen precio y nos la comimos regada con papas, cebolla y vino blanco. Una vez más, estupenda materia prima la de estas ferias. Después de comer, Bea se puso a terminar un trabajo de un curso que había dejado pendiente en Cádiz, y yo me tragué Rainman, que doblada al mexicano me hizo mucha gracia.

  Ayer lunes estrenamos el cuarto de invitados. David no sabe aún si se queda en Santiago o si lo mandan dos meses a Calama, está intentando evitar esto último ya que todo el mundo dice que es una ciudad feísima y para colmo súper árida. Vamos, una maravilla. Por cierto, que me perdonen los calameños, pero el juicio de valor no lo he hecho yo, sino los propios chilenos. No tengo el gusto de conocerla. Bueno, a lo que iba, que mientras no le aseguren a David que se queda aquí en Santiago, no puede alquilar piso, y para que no esté solo y gastando el dinero en hoteles (y porque trae Playstation) le hemos ofrecido quedarse en casa.

  Pues nada, ayer toda la mañana trabajando y haciendo cosas útiles, y toda la tarde jugando al PES 2013, que ya echaba yo de menos darle a unos botoncitos. 

  Vamos, que estamos en un sin vivir.

  Continuará...





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