martes, 14 de enero de 2014

14 de Enero de 2014



  Tan solo han pasado tres días desde la última vez que escribí, y ya tengo cosas que contar. Para empezar, el día que publiqué la entrada anterior estuve en un sin vivir, ya que Bea aún no tiene móvil chileno, mejor dicho celular, sobre todo por aquello de ir haciéndome a los términos locales; así que como estuve bastantes horas sin saber de ella por imposibilidad de comunicarnos, anduve preocupado, y por el mismo motivo, no pude moverme del apartamento hasta que ella apareció, cosa que no ocurrió hasta las nueve de la noche aproximadamente. Hoy andamos igual, con la salvedad de que sabemos a qué hora saldrá y así al menos tengo movilidad mientras tanto. Pero bueno, a ver si se arregla ya lo del móvil de Bea. Se lo dejamos ayer a unos peruanos que hacen magia con estos aparatos. Lo que no pudimos hacer en España, lo consiguen ellos en unas veinticuatro horas (espero).

  Bien, pues entrando Bea por la puerta, mi celular sonaba, de nuevo nuestro amigo gaditano residente en Mendoza. Llamaba para invitarnos a una “cevichada” en casa de unos amigos chilenos. Así que sin dudarlo fuimos a su encuentro. Una “cevichada” no es otra cosa que hartarse de ceviche, que es una comida bastante común en américa latina que se hace a base de pescado, salsas y aliños varios. Curiosamente comparte con el gazpacho la falta de unificación de criterios, ya que en cada casa se elabora de manera diferente, y al igual que éste, lo pruebes donde lo pruebes está súper rico. Ya de camino al lugar, la suerte nos sonreía una vez más, a unos cinco metros de un bar de copas, un turulo de color azul me llamó la atención en la acera. ¡Un billete de diez lucas! Algún viciosillo salió tan puesto del bar que despistó tan útil herramienta para ciertos menesteres y la dejó a merced de la calle y el azar. Azar que aprovechamos para que no faltara la cerveza en las primeras horas de la “cevichada”.  Y digo primeras, porque estos chilenos tienen carrete para rato. Por cierto, diez lucas son diez mil pesos chilenos, que vienen a ser como unos quince euros. Usan ese término para recortar cifras, de forma que si va detrás de un número, sólo tenemos que multiplicarlo por mil.

  Ni que decir tiene que la cerveza escogida fue la oriunda Escudo, a la cual me estoy acostumbrando con suma facilidad. ¿Será porque está rica? Otra cosa que me encanta, además de la Escudo, es que mantienen el sistema de cascos retornables, y la gente tiene unas cestitas metálicas en donde van metiendo los cascos hasta que toca ir a comprar de nuevo. La noche fue genial, la gente estupenda y el ceviche muy rico, la única pega es que se nos hizo corta, ya que a eso de las tres de la madrugada nos retiramos a consecuencia del agotamiento. Mientras que aquello se extendió, según fuentes fidedignas, hasta las claras del día.

  El domingo no fue tal y como teníamos planeado, ya que la noche del sábado pasó factura al personal. Aun así, transcurrió de forma agradable. Comimos en un restaurante peruano, donde por fin pude probar la bebida espirituosa de la tierra, el pisco sour. ¡Que rico! Y por eso mismo, que peligroso, porque se sube a la cabeza de forma rápida y letal. Tras el estupendo almuerzo nos fuimos a casa de nuestro amigo Ale a disfrutar de una agradable sobremesa comiendo uvas en el patio. Y después de ese ratito de paz, nos despedimos de nuestro amigo Pareja, y su encantadora compañera, que partían esa noche para tierras Argentinas. Gracias a los tres por los momentos que nos habéis ofrecido y las puertas que nos habéis abierto.

  El día de ayer estuvimos dando vueltas por el centro de esta urbe, en la que a pesar de su disparatado ritmo cardíaco, uno puede pasear tranquilamente. Impresionante la cantidad de profetas callejeros que aparecen en sus calles alabando a Cristo,  la cantidad de saltimbanquis, músicos y malabaristas que inundan los semáforos y las bocas de metro, las carpitas que aparecen de repente donde videntes de andar por casa auguran el devenir de la gente, los clubes de ajedrez que consisten en decenas de mesas de playa con el tablero pintando en el centro. E impresionantes, como no, las empanadas que puedes degustar en cualquier rincón. Creo que me voy a hacer a esta ciudad.

  Continuara….




2 comentarios:

  1. Cuidadín con las empanadas, no volvamos a las andadas, exgordito. Muac Muac Jesús

    ResponderEliminar
  2. Me encanta tu blog y os sigo desde Sevilla!! a disfrutar de esta experiencia.

    ResponderEliminar