Tan solo han pasado tres días
desde la última vez que escribí, y ya tengo cosas que contar. Para empezar, el
día que publiqué la entrada anterior estuve en un sin vivir, ya que Bea aún no
tiene móvil chileno, mejor dicho celular, sobre todo por aquello de ir haciéndome
a los términos locales; así que como estuve bastantes horas sin saber de ella
por imposibilidad de comunicarnos, anduve preocupado, y por el mismo motivo, no
pude moverme del apartamento hasta que ella apareció, cosa que no ocurrió hasta
las nueve de la noche aproximadamente. Hoy andamos igual, con la salvedad de
que sabemos a qué hora saldrá y así al menos tengo movilidad mientras tanto. Pero
bueno, a ver si se arregla ya lo del móvil de Bea. Se lo dejamos ayer a unos
peruanos que hacen magia con estos aparatos. Lo que no pudimos hacer en España,
lo consiguen ellos en unas veinticuatro horas (espero).
Bien, pues entrando Bea por la
puerta, mi celular sonaba, de nuevo nuestro amigo gaditano residente en
Mendoza. Llamaba para invitarnos a una “cevichada” en casa de unos amigos
chilenos. Así que sin dudarlo fuimos a su encuentro. Una “cevichada” no es otra
cosa que hartarse de ceviche, que es una comida bastante común en américa
latina que se hace a base de pescado, salsas y aliños varios. Curiosamente
comparte con el gazpacho la falta de unificación de criterios, ya que en cada
casa se elabora de manera diferente, y al igual que éste, lo pruebes donde lo
pruebes está súper rico. Ya de camino al lugar, la suerte nos sonreía una vez
más, a unos cinco metros de un bar de copas, un turulo de color azul me llamó
la atención en la acera. ¡Un billete de diez lucas! Algún viciosillo salió tan
puesto del bar que despistó tan útil herramienta para ciertos menesteres y la
dejó a merced de la calle y el azar. Azar que aprovechamos para que no faltara
la cerveza en las primeras horas de la “cevichada”. Y digo primeras, porque estos chilenos tienen
carrete para rato. Por cierto, diez lucas son diez mil pesos chilenos, que
vienen a ser como unos quince euros. Usan ese término para recortar cifras, de forma
que si va detrás de un número, sólo tenemos que multiplicarlo por mil.
Ni que decir tiene que la cerveza
escogida fue la oriunda Escudo, a la cual me estoy acostumbrando con suma
facilidad. ¿Será porque está rica? Otra cosa que me encanta, además de la
Escudo, es que mantienen el sistema de cascos retornables, y la gente tiene
unas cestitas metálicas en donde van metiendo los cascos hasta que toca ir a
comprar de nuevo. La noche fue genial, la gente estupenda y el ceviche muy
rico, la única pega es que se nos hizo corta, ya que a eso de las tres de la madrugada
nos retiramos a consecuencia del agotamiento. Mientras que aquello se extendió,
según fuentes fidedignas, hasta las claras del día.
El domingo no fue tal y como
teníamos planeado, ya que la noche del sábado pasó factura al personal. Aun
así, transcurrió de forma agradable. Comimos en un restaurante peruano, donde
por fin pude probar la bebida espirituosa de la tierra, el pisco sour. ¡Que
rico! Y por eso mismo, que peligroso, porque se sube a la cabeza de forma rápida
y letal. Tras el estupendo almuerzo nos fuimos a casa de nuestro amigo Ale a
disfrutar de una agradable sobremesa comiendo uvas en el patio. Y después de
ese ratito de paz, nos despedimos de nuestro amigo Pareja, y su encantadora
compañera, que partían esa noche para tierras Argentinas. Gracias a los tres
por los momentos que nos habéis ofrecido y las puertas que nos habéis abierto.
El día de ayer estuvimos dando
vueltas por el centro de esta urbe, en la que a pesar de su disparatado ritmo
cardíaco, uno puede pasear tranquilamente. Impresionante la cantidad de
profetas callejeros que aparecen en sus calles alabando a Cristo, la cantidad de saltimbanquis, músicos y
malabaristas que inundan los semáforos y las bocas de metro, las carpitas que
aparecen de repente donde videntes de andar por casa auguran el devenir de la
gente, los clubes de ajedrez que consisten en decenas de mesas de playa con el
tablero pintando en el centro. E impresionantes, como no, las empanadas que
puedes degustar en cualquier rincón. Creo que me voy a hacer a esta ciudad.
Continuara….
Cuidadín con las empanadas, no volvamos a las andadas, exgordito. Muac Muac Jesús
ResponderEliminarMe encanta tu blog y os sigo desde Sevilla!! a disfrutar de esta experiencia.
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