¿Me
echabais de menos? No creo que mucho, pero bromas aparte, ya con la
rutina más o menos establecida, los días entre semana dan para
menos historias. De todas formas, aunque no tengo gran cosa que
contar, me apetecía dedicarle un ratito a este asunto del blog.
¡Ya
tengo bicicleta yo también! Y ya hemos podido ir los dos juntos con
ellas por las calles santiaguinas. Por supuesto por la acera, o
vereda, que es mas de aquí, ya que no nos atrevemos todavía a
compartir carril con los autos locos, porque si bien los chilenos son
bien tranquilos en general, todo su nivel de estrés da la cara
cuando se ponen al volante. El primer desplazamiento ha sido al
centro, donde quedamos en plan cita a ciegas con un nuevo compañero
de Bea que acaba de llegar a Santiago. Quedamos con él en la puerta
de la Catedral, que por cierto es preciosa, al menos por fuera, ya
que por dentro no pudimos verla porque estaban a punto de cerrar.
Pues esperamos a David con incertidumbre, y después de un ratito de
demora debido a que no tuvo en cuenta la magnitud de las distancias
en esta gran urbe, apareció un chaval joven, de aspecto agradable y
con pinta de ser afín a nosotros. Y así es, para que os hagáis una
idea, además de traer su correspondiente maleta grande cargada de
ropa, zapatos y enseres personales, traía una maleta de mano cargada
con diversos aperos lúdicos. Entre ellos, el Bang, que es un
juego de cartas al que somos bastante asiduos y que a pesar de tener
en posesión dejamos en Cádiz, el juego de cartas de Juego de
Tronos, y el producto estrella, la Playstation 3, con su
correspondiente juego de fútbol. Por supuesto ya los hemos usado
para amenizar nuestro día a día. ¡Qué frikis somos!
La
primera quedada con David fue por la tarde, pero estábamos tan a
gusto conversando que terminamos caminando hasta casa y comprando
unas cervezas en la botillería, que no es otra cosa que las tiendas
donde venden las bebidas etílicas, además de en los supermercados.
Y después de armarnos de un six-pack de nuestra querida Escudo,
pasamos por el Sésamo a
por unos bocadillos. Los bocatas de ese lugar son tan exquisitos como
brutales. Y además te dan a elegir el pan, que puede ser amasado
(para mi el mejor), que es una especie de mollete pero más
crujiente; frica,
similar al pan de hamburguesa; o pan de molde tamaño XXL. Por cierto
lo de six-pack no es otra cosa que un pack de seis latas de cerveza,
ya sé que lo del pack de seis es obvio, pero podrían ser seis
botellines o seis litronas.
Lo
del pan aquí es una maravilla, no es como en Cádiz que hay mil
panaderías y a la vez ninguna, ya que panadería debe ser un lugar
donde se hace pan, no donde se mete al horno el fabripan o sucedáneo
de pan que tristemente nos acompaña desde unos años atrás en
nuestras mesas españolas. Aquí, excepto en los supermercados
grandes, que sí es pan precocido, en el resto de lugares es pan de
verdad, PAN con mayúsculas. Cómo lo echaba de menos. Y el pan
estrella de este país se llama marraqueta,
que son como dos piezas unidas, tiernas y sabrosas. Nos encanta.
¡Casi
se me olvida! Hemos pasado nuestro primer temblor, o sismo sensible
como le dicen en los informes científicos. Eso sí, sensible para el
que tuviera algún sentido disponible, ya que fue a eso de las seis
de la mañana y nos enteramos luego. Ya me dijeron los que me conocen
bien que era lo que iba a pasar, ya que saben que duermo como un
lirón, y como podéis imaginar Bea también. ¿O como pensáis que
pudo aguantar dormir conmigo cuando era un pedazo de gordo? Roncaba
cual oso pardo. Por suerte, el oso se ha quedado hibernando en la
cueva junto con los treinta kilos que he perdido, y espero que no
salgan nunca del boquete, ni lo uno ni lo otro.
Por
último, ayer tuve la suerte de recorrer de nuevo la feria del
barrio, y he vuelto a llenar la nevera de frutas y verduras
exquisitas. Ayer Bea y yo, hicimos nuestro primer guacamole, que si
bien es de origen mexicano, aquí se consume bastante por la
abundancia de aguacates, o palta
en términos locales. Entre que la materia prima era excelente, y que
lo hicimos en equipo y con cariño, quedó riquísimo. En serio, ya
sé que lo he dicho con anterioridad, pero son una pasada la calidad
y el sabor de los productos que pueblan los tenderetes de la feria. Y
no os he hablado del tamaño, todo gigante y sin modificaciones
genéticas, para que os hagáis una idea, en la foto al pie, las
cebollas están junto a unos pepinos que no son pequeños en
absoluto. Cebollas como balones de reglamento.
En
la noche de ayer, a pesar de ser viernes, no hicimos nada debido al
cansancio, y en unos minutos nos bajaremos a la piscina, que si bien
lo de tener piscina en casa es de cuicos, no somos tan tontos como
para no hacer uso de las comodidades que se nos ofrecen. Ciao.
Continuará...
Ole!! Con una cebolla de esas hago yo 20 ensaladas!! Madre mia!
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